Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
LA CONQUISTA DE MEXICO



Comentario

Presente y respuesta que Moctezuma envió a Cortés


Despachados que fueron los mensajeros y prometida la respuesta dentro de pocos días, se despidió Teudilli, y a dos o tres tiros de ballesta del campamento de nuestros españoles hizo hacer más de mil chozas de ramas. Dejó allí dos hombres principales, como capitanes, con unas dos mil personas, entre mujeres y hombres, de servicio, y se fue a Cotasta, lugar de su residencia y morada. Aquellos dos capitanes tenían a su cargo el abastecer a los españoles. Las mujeres amasaban y molían pan de centli, que es maíz. Guisaban judías, carne, pescado y otras cosas de comer. Los hombres llevaban la comida al campamento, y ni más ni menos la leña que era menester, y cuanta hierba podían comer los caballos, de la cual por toda aquella tierra están llenos los campos en todo tiempo del año. Y estos indios iban tierra adentro a los pueblos vecinos y traían tantas provisiones para todos, que era cosa digna de ver. Así pasaron siete u ocho días con muchas visitas de indios, y esperando al gobernador, y la respuesta de aquel tan gran señor como todos decían; el cual vino después con un agradable y rico presente, que era de muchas mantas y ropas de algodón blancas y de color y bordadas, como ellos usan; muchos penachos y otras lindas plumas, y algunas cosas hechas de oro y plumas, rica y primorosamente trabajadas; gran cantidad de joyas y piezas de oro y plata, y dos ruedas delgadas, una de plata, que pesaba cincuenta y dos marcos con la figura de la Luna, y otra de oro, que pesaba cien marcos, hecha como el Sol, y con muchos follajes y animales en relieve, obra primorosísima. Tienen en aquella tierra a estas dos cosas por dioses, y les dan el color de los metales que les asemejan. Cada una de ellas tenía hasta diez palmos de ancho y treinta de ruedo. Podía valer este presente veinte mil ducados o algo más, el cual tenían para dar a Grijalva, si no se hubiese ido, según decían los indios. Le dijo por respuesta que Moctezuma, su señor, se alegraba mucho de saber y ser amigo de tan poderoso príncipe como le decían que era el rey de España, y que en su tiempo aportasen a su tierra gentes nuevas, buenas, extrañas y nunca vistas, para hacerles todo placer y honra. Por tanto, que viese lo que necesitaba, el tiempo que allí pensaba estar, para sí y para su enfermedad, y para su gente y navíos, que lo mandaría proveer todo muy cumplidamente, y hasta que si en su tierra había alguna cosa que le agradase para llevar a aquel su gran emperador de cristianos, que se lo daría de muy buena voluntad; y que en cuanto a que se viesen y hablasen, que lo consideraba como imposible, a causa de que, como él estaba enfermo, no podía venir al mar, y que pensar de ir a donde él estaba era muy difícil y trabajosísimo, así por las muchas y ásperas sierras que había en el camino, como por los despoblados grandes y estériles que tenía que pasar, donde forzosamente tenía que padecer hambre, sed y otras necesidades de éstas. Y además de esto, mucha parte de la tierra por donde había de pasar era de enemigos suyos, gente cruel y mala, que lo matarían sabiendo que iba como amigo suyo. Todos estos inconvenientes o excusas le ponía Moctezuma y su gobernador a Cortés para que no fuese adelante con su gente, pensando engañarle así y estorbarle el viaje, y espantarle con tantas y tales dificultades y peligros, o esperando algún mal tiempo para la flota que le obligase a irse de allí. Pero cuanto más le contradecían, más gana le entraba de ver a Moctezuma, que tan gran rey era en aquella tierra, y descubrir por entero la riqueza que imaginaba; y así como recibió el presente y respuesta, dio a Teudilli un vestido entero de su persona y otras muchas cosas de las mejores que llevaba para rescatar, que enviase al señor Moctezuma, de cuya liberalidad y magnificencia tan grandes alabanzas le hacía. Y le dijo que solamente por ver a un tan bueno y poderoso rey era justo ir a donde estaba, cuando más que le era forzoso por hacer la embajada que llevaba del emperador de cristianos, que era el mayor rey del mundo. Y si no iba, no hacía bien su oficio ni lo que estaba obligado a la ley de bondad y caballería, e incurriría en desgracia y odio de su rey y señor. Por tanto, que le rogaba mucho avisase de nuevo esta determinación que tenía, para que supiese Moctezuma que no la mudaría por aquellos inconvenientes que le ponían, ni por otros muchos mayores que le pudiesen suceder. Que quien venía por agua dos mil leguas, bien podía ir por tierra setenta. Le instaba con esto a que enviase cuanto antes, para que volviesen pronto los mensajeros, pues veía que tenían mucha gente que mantener, y poco que darle de comer, y los navíos en peligro, y el tiempo se pasaba en palabras. Teudilli decía que ya despachaba cada día a Moctezuma con lo que se ofrecía, y que entre tanto no se acongojase, sino que se alegrase y divirtiese; que no tardaría el despacho y resolución a venir de México, aunque estaba lejos. Y que del comer no tuviese cuidado, que allí le proveerían abundantísimamente; y con esto le rogó mucho que, pues estaba mal aposentado en el campo y arenales, se fuese con él a unos lugares a seis o siete leguas de allí. Y como Cortes no quiso ir, se fue él, y estuvo allí diez días esperando lo que Moctezuma mandaba.